Tutoría y cerveza fría


      Las tutorías…horas ansiadas y deseadas por los alumnos. De entre todas las materias y asignaturas que tienen los alumnos de la ESO, pocas son aquellas que estos están deseando llevar a cabo. Plástica, tecnología y educación física en aquellos casos en los que el deporte es una alegría y no un suplicio como en el mío, solo se ven opacadas por las horas de tutoría, horas generalmente utilizadas para hacer los deberes atrasados, estudiar o simplemente hablar con los compañeros.

Pocas o ninguna son las veces en los que la tutoría se utiliza para el fin creado: poner atención en los problemas de los alumnos tanto a nivel individual como en conjunto de toda la clase, y fomentar el buen devenir de esta. Bien es cierto que aunque el papel del tutor no  es fácil; amén de enfrentarse a menudo a situaciones muy desagradables, generalmente sus horas de tutoría con su clase se reducen a 2 o incluso 1 en toda la semana.

Con todo, no podemos dejar de considerar que la función de estos es primordial teniendo más importancia de lo que a primera vista pueda parecer. Si a mayores que sus contenidos curriculares, ya los profesores deben inculcar de por si valores y nociones  básicas de la vida, el tutor va más allá al deber asegurarse como decimos, de que el funcionamiento de la clase sea el correcto tanto en el ámbito estudiantil (estando pendiente de que se cumplan los objetivos educativos, mediando en conflictos con otros profesores etc...) como en el más personal (comportamiento, las interrelaciones del grupo...) para fomentar una educación integral.

Además el tutor tiene la obligación de reconocer el carácter individual de su alumnado. Es decir que la tutoría debe realizarse de forma personalizada sobre cada persona y no solo en el conjunto del grupo. La cordialidad y la confianza entre el educador y el alumno se convierten así en un aspecto fundamental en la prevención de posibles problemas como el el bullying y el abandono escolar, y por tanto en un aspecto que no debemos dejar pasar para que la educación tenga un verdadero éxito. 

Habiendo expuesto todo esto, debemos centrarnos en la creación del tutor ideal basándonos en todas aquellas características expuestas en clase. En el caso de mi grupo, Emi (así se llamaba nuestro tutor) debería ser una persona motivadora que incitase a la curiosidad a sus alumnos. Interesado por la cultura y el saber, su carácter creativo debería servir para comunicarse de manera correcta y asertiva con sus alumnos haciéndoles interesarse tanto por los contenidos teóricos como por aspectos de la vida que les sirvieran para desenvolver su papel en esta. Además Emi es un idealista que confía con fe ciega en las personas a su cargo. Al ser extrovertido, cercano y humilde, invita a todos a hablar con él sin ningún miedo a una crítica gratuita o a una mala cara. Por último Emi es paciente, sí, pero sabe cuándo tiene que ponerse serio, aunque su máxima es la justicia y siempre se regirá por ella.




Comentarios