Educación casera

De entre las infinitas novedosas propuestas educativas que a día de hoy podemos encontrarnos, el homeschooling, o la educación en el hogar es una de las que más pasiones levanta para bien o para mal, no dejando indiferente a nadie. La escolarización obligatoria se ha visto atacada estos últimos años por esta corriente surgida en los Estados Unidos y que cada vez  va cobrando más fuerza en muchos otros lugares. Si bien es cierto que dicho tipo de educación posee puntos fuertes como el de afianzar varias competencias educativas de manera más fácil como la musical (si por ejemplo tu tutor sabe tocar un instrumento) o bilingüita (si este sabe más de un idioma), las taras o problemas que a la larga este modo de educar puede conllevar suelen pesar mucho más es que estas ventajas.

Es bien sabido por expertos y no tan expertos como yo, que en las etapas de aprendizaje escolar uno de los aspectos que más servirán al educando a lo largo de su vida futura es el hecho de poner en práctica todas las habilidades sociales adquiridas mediante la confraternización y convivencia con el resto de sus compañeros. Los niños y los jóvenes necesitan rodearse de sus iguales aun acercándose a peligros que los padres quieren evitar como los problemas de la soledad, la incomprensión por parte de estos e incluso el bullying.  El provecho que se extrae de las relaciones sociales y de cómo saber desenvolverse con las personas se torna mucho más lejano si el educando se desenvuelve únicamente entorno en el que no se relacione con nadie más que a menudo sus propios progenitores actuando como profesores. Es por eso que si bien el homeschooling puede parecer atractivo en un primer momento, en mi opinión conlleva muchos más obstáculos que utilidades, por lo que aquellos padres que estén a favor del mismo, si bien debido al modelo de las competencias educativas de muchos lugares pueden llevar este tipo de educación a cabo de forma legítima, deberían sopesar los hándicaps de los que hablamos.