¿En verdad participamos lo suficiente?

El tema de la participación escolar es un asunto candente para muchas personas al no llevarse esta a cabo, al menos desde mi opinión y hablando desde mi experiencia, de la forma correcta. Como pudimos observar en nuestro caso práctico con el IES Concha Velasco, la participación de todos los agentes que intervienen en el funcionamiento de un instituto es bastante compleja y ardua. Padres, alumnos, representantes de centro etc... deben llevar a cabo una comunicación eficaz que les permita colaborar a la hora de tomar decisiones.

Las jerarquías de poder y los organigramas son algo propio  y diferente de cada centro. Sin embargo según la ley todos ellos tienen la tarea de regular todos aquellos mecanismos que permitan a los estudiantes reunirse y velar por sus derechos. El mecanismo utilizado tradicionalmente para llevar esto a cabo es la elección por parte de los alumnos de cada clase del centro a un delegado y un subdelegado encargados de actuar como representantes de sus compañeros. La problemática del si estas elecciones se basan en motivos de eficacia o de otros de una naturaleza bien distinta como el cariño de sus compañeros etc… bien podría dar para una reflexión en sí misma.

Sin embargo centrándonos en el tema que nos atañe y basándome en la experiencia que yo viví en el instituto al observar a mis compañeros delegados, no puedo dejar de preguntarme si su trabajo conseguía verdaderamente sus objetivos. La función de estos se reducía esencialmente a comunicar a los profesores todas aquellas peticiones y quejas (especialmente) para que estos acabasen por comprometerse a llevar a cabo una hipotética ayuda que a veces podía ser efectiva y a veces podía ni siquiera llegar. A un nivel superior de los alumnos delegados existía el Consejo Escolar, cuyos representantes al menos en el caso de mi instituto, el IES Zorrilla, ni siquiera llegué a conocer.